“Paisaje Intimo” de Ricardo Morales
Por Julio Valle-Castillo
Dice un refrán al revés que los árboles a veces no dejan ver el paisaje y al derecho, se dice que el paisaje no deja ver los árboles. Pero esta muestra de Ricardo Morales (1950), pintor nicaragüense de la última generación que se formó en la histórica Escuela Nacional de Bellas Artes, bajo la dirección de Don Rodrigo Peñalba (1908 – 1979), no solo nos dispensa ver los árboles y paisajes, sino sus paisajes y árboles interiores, es decir, suyos, subjetivos, personales, porque como todo auténtico artista posee el lenguaje transfigurador que transmuta la realidad en otra realidad. No existe artista sin subjetividad, o sea, sin creatividad. Ricardo Morales ofrece un conjunto de unidad temática y cromática, casi una misma paleta y un concepto con variaciones. Me arrebata y me exalta cuando lo veo trabajar o jugársela en el vacío. Que eso es también la creación, al principio era el vacío y el artista o sea, el creador dijo hágase la luz, el árbol, la tierra, el paisaje, el detalle y véase como yo quiero. Podríamos decir que aquí se mezcla lo abstracto o semi abstracto con la figuración, pero el cromatismo los une. Arboles petrificados, milenarios y paisajes tenues, como ensoñados, como entre vistos. Paisajes nunca vistos, porque son pura creación. Entre el paisajismo nacional –distintas épocas de Armando Morales; Aróstegui y sus volcanes, lagunas y chatarras; los primitivistas en la floresta del paraíso fluvial, lacustre e isleño; Pérez de la Rocha y su estallante perspectiva en llamas; Sobalvarro y su obsesión con Amerrisque-, Ricardo Morales aporta un paisaje diferente y novedoso –de lo más novedoso- en la plástica actual. Sin duda, estamos en presencia de un maestro del acrílico que graduando el agua logra profundidades, delicadezas, empastando y sobreponiendo capas, raspa para descubrir colores y efectos sugerentes. En realidad, la intimidad de un paisaje únicamente puede describirla un artista y transferirla al espectador. “Paisaje Intimo” de Ricardo Morales parecieran milenarios, síntesis del tiempo, pero son modernos, acabados de nacer, de surgir, de abrirse, de florecer en las manos del pintor.
Managua, 28 de febrero del 2008.
